Tuve una grata sorpresa, hace pocas semanas, cuando
la entrada que inauguró este blog, sobre Carmen Díez de Rivera, apareció
como la más leída en la columna de la derecha.
Reconozco
que tardé un poco en caer en la cuenta que las más de 700 lecturas coincidía con la emisión en TV de una
serie acerca de la relación que mantuvieron sus padres biológicos.
No
he visto la serie, en parte por falta de
tiempo, en parte por los avances con que la anunciaban; a mi parecer, no auguraban un mínimo de
rigurosidad histórica, centrándose en una trama romántica. Así que no sé hasta
qué punto se ha adentrado en la figura de Carmen Díez de Rivera y en el modo en
que la relación entre sus padres biológicos afectó a su vida.
En
esa entrada primera, evité hablar de su dolor más fuerte: el descubrimiento, siendo
poco más que adolescente, de una verdad que la rompería en un momento muy
temprano de la vida, y que la marcó hasta su final.
Ni
el París que conoció y contrastaba con los derechos, libertades y progreso de
nuestro país. Ni las misiones de Africa, donde creyó que sería fácil morir.
Tampoco quise reproducir fotografías que han fijado para siempre su extraordinaria belleza, como la de Juan Gyenes.
Preferí poner en primer plano un libro que ella
amadrinó, que la recoge fielmente, y el testimonio para el "Proyecto Historia Oral de la Comisión Europea" que nos descubre
a una Carmen casi inédita: la diputada que trabajó seria e intensamente en el Parlamento europeo.
Creo,
como muchos y muchas, que la figura de Carmen Díez de Rivera no está debidamente reconocida
y puesta en su sitio en el nacimiento de nuestra democracia. Que se le
escamotea su peso, sus contribuciones y sus aciertos.
No
puede quedar de ningún modo como una figura
decorativa; en esa primera entrada del blog, era casi una declaración de
intenciones, de lo hecho y de lo que queda por hacer.
Siempre pero especialmente ahora, cuando cualquier sujeto de dudosa
catadura, sentado sobre millones de
billetes y el poder, se permite pensar que es irresistible y que conoce los deseos de
cualquier mujer, e interviene nuestros derechos.
Espero
que el tema de esa entrada, leída por tantas personas a las que movió la
curiosidad y el deseo de saber, les haya abierto a otra Carmen, fruto
exclusivamente de ella misma.
"Historia de Carmen. Memorias de Carmen Díez de Rivera". Ana Romero. Planeta.
Artículo de Ana Romero:
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