En su cuento "El vuelo de las gaviotas", Mercedes Merino crea un paseo y una playa por donde las dos hermanas Zambrano -Araceli y María- encadenan sus respectivos itinerarios en una huida interminable de la Guerra Civil española:
“Y en París estaba su madre, su hermana y el hombre a quien su hermana estaba unida amenazado en grado extremo. París, Europa, la madre. No había ya remedio”.
En esa playa imaginada, Araceli le dice a María: “Consigues aunar pensamiento y poesía, propones la razón poética, vivimos tiempos de existencialismo, de razón vital e historicismo”.
Las gaviotas que sobrevuelan esa playa dibujan en sus cielos los títulos de las obras de María Zambrano.
“Crisis, lo que entendemos por crisis, siempre se han dado en la sociedad; ya sea en un país o en varios países (…) Tantas crisis que parece que haya llegado esta forma de vida en estado crítico para quedarse”, apunta Mercedes.
Mercedes busca a la filósofa en un camino que alumbre, “algo así como conseguir un estado de gracia, a la manera weiliana, donde la vida ya no se puede vivir de otra forma desde ese despertar de la conciencia y el corazón, Simone Weil fue tan coherente que lo vivió hasta las últimas consecuencias y se dejó llevar”.
María Zambrano “supo bien lo que son estos momentos adversos por los tiempos en los que le tocó vivir”:
“Nuestros padres nos enseñaron a tratar a los demás mejor de lo que se merecían, como dijo Shakespeare en Hamlet”.
“Aquellas reuniones en la habitación de la Residencia de Estudiantes con un grupo de jóvenes que pensábamos aportar lo mejor de cada uno de nosotros a este país, de llegar al lugar más recóndito y alejado tanto por la distancia o el pensamiento, a cada pueblo y ciudad de España para extender la educación y la cultura a todos sus rincones, llegar a los niños y niñas, a los adultos que no sabían leer. ¡Qué gran proyecto comenzó su andadura!”
Culturalmente inmersa en la llamada “Edad de Plata”, tomó el camino del exilio: “de lo ocurrido en Europa, las hermanas Zambrano pueden dar buena cuenta de guerras, y vuelta a empezar en su vida personal y social”.
Es difícil dejar de recordar el relato de la propia María Zambrano que, a punto de cruzar la frontera con Francia en coche, se bajó del vehículo cuando descubrió entre la gente a Antonio Machado, que iba a pie, y se juntó con él. Así atravesaron la frontera.
“Comprendí, a la manera unamuniana, que hay que sentir el pensamiento y pensar el sentimiento”, escribe Mercedes en “El vuelo de las gaviotas”.
“Gracias a su bagaje filosófico y místico se encamina hacia un encuentro universal desde lo personal al que ella vislumbra y le da el nombre de piedad, retomando el concepto cristiano pero desacralizado y poniéndolo al alcance de cualquiera que se atreva a emprender el viaje”.
Influenciada por San Juan de la Cruz, Miguel de Molinos y la mística sufí, da “un paso más en la búsqueda de un método”.
Porque se llega al camino, y del camino a la piedad: “no sabemos vivir mejor”. No queda otra que encontrar nuestro camino; siguiendo a Mercedes: “una guía, un método, que nos ayude a conseguir un proyecto, algún fin. Un estado en el que nos sintamos en plenitud y armonía con nosotras mismas (...) con todos”.
Y concluye: “necesitamos salir de la inmanencia y trascender. Necesitamos acercarnos a la trascendencia, sea como sea”.
“Hemos pasado a la memoria, al recuerdo”, dice María a su hermana en el cuento de Mercedes Merino, acertadamente.
Mercedes Merino es poeta y escritora, Licenciada en Historia (Formación Avanzada de Filosofía). “La necesidad y los sueños” es su último poemario.
Algunas recomendaciones:
"María Zambrano: el nacimiento de la razón poética". Por Javier Correa Román (Filosofía&Co)